
Presentada por Alberto Bonzon
Cuando Wilhelm Steinitz era campeón mundial de ajedrez y residía en Londres, acostumbraba a frecuentar por las noches el Club de Ajedrez. En esa época, era normal entre los caballeros apostar dinero a los resultados de una partida. Un día, se le apareció un caballero anónimo -cuyo nombre no lo registra la Historia- y lo invitó a jugar una partida apostando 1 libra esterlina, monto que en aquella época era una suma no despreciable.
Como era de esperar, Steinitz lo “despeluzó” en pocas jugadas. El hombre pagó la apuesta sin pestañear, pero a la noche siguiente volvió a proponerle a Steinitz la repetición de la apuesta y, obviamente, Steinitz aceptó…con igual resultado.
Esta escena se repitió unos cuantas veces y el hombre perdía y pagaba religiosamente, hasta que, en un momento dado, los amigos de Steinitz, también judíos, le sugirieron que le “aflojara la mano” pues el hombre se iba a cansar de perder, dejaría de apostar y él se perdería ganar 1 libra todas las noches.
El campeón se dio cuenta del razonamiento y esa noche, ¡¡se dejó ganar!! De inmediato su contrario se levantó de su silla y gritó a todo pecho:
“¡¡SEÑORES, LE ACABO DE GANAR UNA PARTIDA AL CAMPEON MUNDIAL DE AJEDREEZ!! ¡¡ NUNCA MÁS JUGARÉ AJEDREZ!! y se fue…
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